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Obama, el neo hippie. Karl Krispin
junio 27, 2008, 12:16 am
Filed under: Artículos para El Nacional de Caracas

En la cuarta elección y que no la última a que se presentó, Rafael Caldera fue elegido presidente de esta comarca con el slogan: El cambio va. 40 años más tarde, la frase parece tener vigencia no sólo entre nosotros sino en los Estados Unidos donde el demócrata Barack Obama ha hecho suyo este predicamento. A mí no me seduce y no votaría por él si tuviese que hacerlo.  Ello no significa arrellanarme en la acera de los republicanos y menos suscribir algún apoyo al peligroso incompetente de George W. Bush y su comandita de halcones. Las razones son las de todo liberal: Porque no cree en los tratados de libre comercio, es un neo-proteccionista, un cruzado contra las compañías de seguros y ha hecho suyo el espíritu anti-globalizador. Ha institucionalizado la protesta de Seattle y los neo hippies que siguen escuchando a Joan Báez y sentencian que las transnacionales son entidades diabólicas. Si alguno de estos comeflores tuviese la molestia de examinar a fondo que estas compañías garantizan en buena medida la existencia del equilibrio mundial económico, porque de su eficiencia es que viven los estados para la distribución de la renta, buena parte de este discurso demagogo que arranca aplausos histéricos, simplemente ni existiría.

 

Obama vende a todas luces su posición contra el establishment” de Washington y tiene tanta credibilidad, que sus escuchas olvidan con libérrima facilidad que es un senador producto de ese mismo status quo y que parte de su posición ganadora ha estado avalada por el clan Kennedy. A veces me hace recordar el viejo chiste del vasco de pocas palabras quien saliendo de una misa y preguntado sobre qué había hablado el cura de su pueblo en el sermón dominical, a sabiendas de que versaba sobre el pecado, terció escuetamente a su interlocutor con un: “No lo aprueba”. Obama no “aprueba” el libre comercio, no aprueba las corporaciones, limpia el piso con el coleto de los CEO, pero no abunda en suficientes motivos, como el taciturno de Guipúzcoa, en lo que hará para evitarlo y “cambiarlo”. Sobre todo considerando que la libertad de comercio y el capitalismo son lo que hacen que las naciones como la suya disfruten de bienestar a pesar de los pesares.

 

Llaman la atención algunas de sus reflexiones sobre política exterior. Frente a la guerra de Irak es claro al decir que se trata de algo que nunca ha debido darse. Y de su posición ambientalista, en la que se hermana con Al Gore, salta a la vista que del cuidado que le pongamos al planeta se deducirá el saldo de un futuro posible. Posición ya recurrente en los países desarrollados y, si no, pregúntenle a los capitalistas alemanes que lograron rescatar el Rhin.  

 

No obstante el tipo tiene pegada y se está dirigiendo a una masa que lo escucha con devoción solicitando evangelios. «He has a dream». Estamos ante un nuevo paradigma de la política americana y, si como luce, incluye eventualmente a la señora Clinton en el ticket demócrata, su vagón se convertirá en un imparable tren bala. Quienes se empeñan en ver esta competencia electoral con los viejos anteojos de las minorías, se equivocan de medio a medio. Esta es una contención entre dos teoremas de la vida política y económica. Entre los defensores de la prosperidad del libre comercio y sus acérrimos enemigos quienes, buscando chivos expiatorios a la medida de sus propias denuncias, creen que matando la gallina de los huevos de oro, encontrarán la respuesta a las contradicciones del sistema. A menos que ocurra una torcedura de destinos a última hora, el senador Barack Obama será el próximo presidente de los EEUU. Ha sabido entonar las melodías de un discurso emocional que tendrá que vérselas, sin embargo, con el nada ensoñador realismo del mundo verdadero.


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